martes, 31 de agosto de 2010

después de


hola bonita

hoy desperté recordando,

tus ojos apenas cerrados y tu sonrisa tranquila,

después de

miércoles, 25 de agosto de 2010


...cuando pintas, tienes un objetivo. Tal vez, en principio, expresar, luego puede ser trasmitir y finalmente, si te parece, se podría definir una cierta satisfacción lúdica de cosa terminada.

Es posible que por eso no sea fácil revisar lo hecho, pues a partir de terminar no hay ninguna de las finalidades iniciales que te motiven la revisión.

Entonces te queda el asombro.

La sorprendente noticia de que lo has logrado y es posible que te llenes del vacío de la ausencia, hasta que un nuevo motivo te haga comenzar.


Ensaya entonces esta respuesta a nuestra pregunta original:

- Todo se resuelve encontrando el o los motivos para comenzar.


Pero cuando pintas, muchas veces, tomas el pincel por el simple gusto del pincel, y pintas por el simple placer de pintar.


Puedes estudiar esta otra respuesta:

- No existen motivos simples o importantes, en realidad valorar la finalidad es detenerte y eso te puede impedir comenzar.


El movimiento tiene una particularidad: cuando se inicia no debe enjuiciarse, no debe analizarse. El aplicar el razonamiento o la valoración, implica detenerse un instante y entonces deja de ser movimiento para paralizar.


Tu corazón, princesa, no se detiene para identificar si es o no un momento estratégico para latir o dejar de hacerlo. Sigue la dinámica de latir y por supuesto que existe un motivo identificable.


Pero pongamos un ejemplo ( para ti que te gustan los ejemplos):

preguntame por ejemplo por que escribo,

- te puedo contestar algo relativamente común; para ordenar mis ideas, mi mundo, darle una cierta coherencia. Pero en realidad la respuesta es mucho más sencilla, y subyace, claramente identificable.



domingo, 8 de agosto de 2010

la piedra y el lago


Hay momentos en que me sorprendo mirándote: Y ese hecho de mirar, de observar el detalle, cada curva de tu rostro, el ángulo de tu boca, la tensión de tu mejilla, cada una de tus pestañas en tus párpados inquietos, tus ojos curiosos, y cada reflejo y cada sombra sobre tu piel clara, es una forma particular de mirar, como hacia el interior, más alla de lo evidente. Y esa forma de mirar, con la que a veces te sorprendo, debe asustar.

Sólo alguien muy seguro de si, de lo que es y sobre todo de lo que no es, puede soportar ese escrutinio.

Pero lo que trato, te trato de decir, es que en realidad al observarte a ti estoy aprendiendo de mi.
No es como un espejo, no lo tomes así, no lo entiendas de esa manera, no me malinterpretes.

Es algo así como la piedra que cae al lago y produce ondas particulares e intransferibles; tan diferentes y únicas como la piedra que las provocó.
Yo soy la piedra y tu el lago. No te estoy estudiando a ti, estoy conociendo el nosotros.
ikcdo