...cuando pintas, tienes un objetivo. Tal vez, en principio, expresar, luego puede ser trasmitir y finalmente, si te parece, se podría definir una cierta satisfacción lúdica de cosa terminada.
Es posible que por eso no sea fácil revisar lo hecho, pues a partir de terminar no hay ninguna de las finalidades iniciales que te motiven la revisión.
Entonces te queda el asombro.
La sorprendente noticia de que lo has logrado y es posible que te llenes del vacío de la ausencia, hasta que un nuevo motivo te haga comenzar.
Ensaya entonces esta respuesta a nuestra pregunta original:
- Todo se resuelve encontrando el o los motivos para comenzar.
Pero cuando pintas, muchas veces, tomas el pincel por el simple gusto del pincel, y pintas por el simple placer de pintar.
Puedes estudiar esta otra respuesta:
- No existen motivos simples o importantes, en realidad valorar la finalidad es detenerte y eso te puede impedir comenzar.
El movimiento tiene una particularidad: cuando se inicia no debe enjuiciarse, no debe analizarse. El aplicar el razonamiento o la valoración, implica detenerse un instante y entonces deja de ser movimiento para paralizar.
Tu corazón, princesa, no se detiene para identificar si es o no un momento estratégico para latir o dejar de hacerlo. Sigue la dinámica de latir y por supuesto que existe un motivo identificable.
Pero pongamos un ejemplo ( para ti que te gustan los ejemplos):
preguntame por ejemplo por que escribo,
- te puedo contestar algo relativamente común; para ordenar mis ideas, mi mundo, darle una cierta coherencia. Pero en realidad la respuesta es mucho más sencilla, y subyace, claramente identificable.