puedo compender tus miedos, aunque intimamente no los entienda,
puedo aceptar la distancia que impones, aunque no sea natural la elección,
puedo verte lejana, aunque sepa lo cercana que estas,
puedo mirarte y mirarme con frialdad, aunque un fuego interior amenaze con quemarnos
pero,
si es cobarde,
pasiva,
y paralizada por el miedo,
no lo entiendo,
pertenece entonces a tu naturaleza,
nos separa una gran distancia,
y el fuego solo es o fué en mi imaginación
recuerda siempre que nunca te mentí y que sin ti estoy sólo, y tu también
dulce caballito, la adolescencia es un estado de hermosa imprevisibilidad. juntos encontramos intuitivamente un espacio extraño al principio, tan especial, tan único luego, que nos asustaba.
creo que los dos sabíamos lo que germinaba alli. estoy seguro que una vez te llenaste de vida y para mi fue una alegría inmensa y luego un dolor sordo y sereno, pero muy real.
recuerdo tu sonrisa de satisfacción, me ha quedado grabada como el premio mayor. es como un paisaje al que quiero regresar por que alli estoy en casa.
te recuerdo temblando, tus piernas delgadas guardando el recuerdo y la sensación, y vuelvo una y otra vez a ese abrazo resuelto y definitivo.
caballito,
también te recuerdo ausente, con un pensamiento lejano, como buscando una verdad oculta, que la tienes alli, al alcance de tu mente, pero que se te escapa puntualmente.
te recuerdo observándome, a veces evaluando, jugando con una idea, una picardía, un ingenio. preguntandote interiormente si la pradera vale la pena, cuidando de evaluar bien si tu trote no será entorpecido por tierra suelta o terrones muy duros.
finalmente evaluando si disfrutaras.
luego te lanzas, a la carrera y ya no te preguntas, ya no evaluas, sólo corres buscando el placer de vivir.
conmigo corrias, libre, siempre absolutamente libre.
t . e.
i k c o d